lunes, 25 de marzo de 2019

Comentario 1 de abril (Historia de una escalera)

(Entonces sale Elvira, con un niño de pecho en los brazos. Fernando y Elvira visten con modestia. Ella se mantiene hermosa, pero su cara no guarda nada de la antigua vivacidad.)
Elvira.— ¿En qué quedamos? Esto es vergonzoso. ¿Les damos o no les damos el pésame?
Fernando.— Ahora no. En la calle lo decidiremos.
Elvira.— ¡Lo decidiremos! Tendré que decidir yo, como siempre. Cuando tú te pones a decidir nunca hacemos nada. (Fernando calla, con la expresión hosca. Inician la bajada.) ¡Decidir! ¿Cuándo vas a decidirte a ganar más dinero? Ya ves que así no podemos vivir. (Pausa.) ¡Claro, el señor contaba con el suegro! Pues el suegro se acabó, hijo. Y no se te acaba la mujer no sé por qué.
Fernando.— ¡Elvira!
Elvira.— ¡Sí, enfádate porque te dicen las verdades! Eso sabrás hacer: enfadarte y nada más. Tú ibas a ser aparejador, ingeniero, y hasta diputado. ¡Je! Ese era el cuento que colocabas a todas. ¡Tonta de mí, que también te hice caso! Si hubiera sabido lo que me llevaba… Si hubiera sabido que no eras más que un niño mimado… La idiota de tu madre no supo hacer otra cosa que eso: mimarte.
Fernando.— (Deteniéndose.) ¡Elvira, no te consiento que hables así de mi madre! ¿Me entiendes?
Elvira.— (Con ira.) ¡Tú me has enseñado! ¡Tú eras el que hablaba mal de ella!
Fernando.— (Entre dientes.) Siempre has sido una niña caprichosa y sin educación.

Elvira.— ¿Caprichosa? ¡Sólo tuve un capricho! ¡Uno sólo! Y…

Historia de una escalera, Antonio Buero Vallejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario