jueves, 4 de abril de 2019

Texto 8 de abril (Historia de una escalera)

Trini.— ¿Y no le has vuelto a ver?
Rosa.— ¡Muchas veces! Al principio no me saludaba, me evitaba. Y yo, como una tonta, le buscaba. Ahora es al revés.
Trini.— ¿Te busca él?
Rosa.— Ahora me saluda, y yo a él no. ¡Canalla! Me ha entretenido durante años para dejarme cuando ya no me mira a la cara nadie.
Trini.— Estará ya viejo…
Rosa.— ¡Muy viejo! Y muy gastado. Porque sigue bebiendo y trasnochando…
Trini.— ¡Qué vida!
Rosa.— Casi me alegro de no haber tenido hijos con él. No habrían salido sanos. (Pausa.) ¡Pero yo hubiera querido tener un niño, Trini! Y hubiera querido que él no fuese como era… y que el niño se le hubiese parecido.
Trini.— Las cosas nunca suceden a nuestro gusto.
Rosa.— No. (Pausa.) ¡Pero, al menos, un niño! ¡Mi vida se habría llenado con un niño!
(Pausa.)
Trini.—… La mía también.
Rosa.— ¿Eh? (Pausa breve.) Claro. ¡Pobre Trini! ¡Qué lástima que no te hayas casado!
Trini.— (Deteniéndose, sonríe con pena.) ¡Qué iguales somos en el fondo tú y yo!
Rosa.— Todas las mujeres somos iguales en el fondo.
Trini.— Sí… Tú has sido el escándalo de la familia y yo la víctima. Tú quisiste vivir tu vida y yo me dediqué a la de los demás. Te juntaste con un hombre y yo sólo conozco el olor de los de la casa… Ya ves: al final hemos venido a fracasar de igual manera.
(Rosa la enlaza y aprieta suavemente el talle. Trini la imita. Llegan enlazadas a la puerta.)


Antonio Buero Vallejo, Historia de una escalera

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